Y ahí andamos, y ahí nos quedamos, y por ahí seguimos y quien sabe si volveremos a mutar. Uno cambia y es inevitable. El constante inconformismo nos mantiene inquietos. Algunos buscamos mejorar día a día y pasamos pasamos y seguimos pasando.
La búsqueda del constante crecimiento y de quién sabe qué tipo de hormigueo en el culo nos hace cambiarnos de ropa. Por lo menos ese es mi caso.
Pero hay una certeza entre tantas dudas aparentes, y es la de saber que nunca dejo de ser yo mismo y que desde hace poco más de un año soy un hombre mejor cada día, y eso está más que claro. Porque, por más que me ponga ropas distintas todos los días, más allá de los pseudónimos que me “autoidentifiquen” y por más que la crueldad que me asista sea todos los días renovada.; desde que Enrique decidió que iba a orientar su rumbo en la misma dirección que el mío, no sólo pasé a ser un mejor tipo cada día, sino que siempre soy yo mismo.